24/3/11

Pequeña mensajera de la periferia

Son las tres de la tarde, estoy traduciendo poemas en una cafetería de un supermercado perdido en las afueras de Sevilla, entre un ensayo y una clase de francés. Las imágenes hablan y dialogan conmigo en medio del feo comedor vacío. De pronto aparece una niña corriendo detrás de su madre; al pasar por mi mesa se da la vuelta y, mirándome me enseña su mano, un pequeño puño cerrado: « yo tengo un secreto », me dice apretando los dedos. Como un relámpago me vuelve a la mente el sueño que he tenido la noche precedente: estoy en el mar, de nuevo, alguien me ofrece una concha de nácar, la abre, y aparece una perla. Me maravillo al descubrir la joya, se escapa de su estuche, y de pronto me encuentro bajo el agua. Por milagro, la perla no se pierde y la siento depositarse en la palma de mi mano.

Hoy he palpado un secreto. Se esconde bajo el mar en nuestra propia mano y lo he visto con ojos cerrados. Al ver la cara de felicidad de la niña que me enseña su tesoro invisible en la cafetería del supermercado, me asombro ver cómo la vida va sembrando perlas en lugares inesperados. Dejo la ventana abierta, las imágenes hablan.

Febrero '11