25/5/11

D-huele

¿A qué huele el dolor? Anoche me intoxiqué, aunque no sé muy bien de qué. Náuseas, escalofríos en el calor del verano, calambres nocturnos y cumbre de malestar. En la altura de los espamos y contracciones mis músculos gritan en silencio. Visité un parque de atracciones en solitario, anoche sentí el vértigo de las montañas rusas en las cimas del dolor.
¿Qué habré comido a parte de mucho ajo y palabras venenosas? Me mareo; la posición vertical no me quiere sujetar más. De pronto todo se nubla, los sonidos ya no me alcanzan. Con oídos tapados y la vista borrosa siento la caída cercana, lo que llaman el desmayo. Una palabra amistosa y la posición horizontal me mantienen en la vigilia.
La boca pastosa sueño con un vaso de agua. Qué tan lejana es la cocina, cuánta fuerza hace falta para enchufar el cable de la caldera eléctrica. Y me veo atrapada en una novela de Kafka; la puerta está lejana y pesada la llave en la cerradura. La náusea me recuerda la voz de mis entrañas que hoy en vez de cantar se hunde en mí.

Dolor. Una letra separa esa palabra de los paisajes del paladar. Entre arcadas me interrogo sobre los misterios de la letra « d ».