24/3/12

Luz para Silvia

 Silvia, bailarina, mujer,

Baúl de vivencias en tu pecho; has viajado de un lado a otro del planeta, y ahora bailas de un lado a otro de la existencia.
¿Dónde estarás danzando en esas horas? ¿Qué paisajes estarás viendo? Presente estás, en mí y en nosotros más que nunca, y como siempre. Te encuentro en mi corazón, en mis vivencias y camino de danza desde donde dialogo y dialogaba tanto contigo. Por correo y sobre todo en silencio, te compartía mis dudas, preguntas, reflexiones, miradas, deseos y emociones en la danza que es vida.

Eres tú quién primero me enseñaste las posiciones de ballet hace más de veinte años, ésas que luego olvidé para más tarde volver a aprenderlas y ahora bailarlas con niñas pequeñas de la edad que tenía yo en mi primer encuentro contigo, con la danza. Así es como la vida da vueltas. Mi primera improvisación fue contigo, recuerdo una tela violeta y la propuesta: somos enanitos en un bosque y recogemos flores. Tenía siete años quizás ocho, y más que las indicaciones recuerdo las primeras flores que vi en mi imaginación, las primeras flores dibujadas en mi mente que cogí con mi mano. El primer puente entre imaginario e inscripción tangible en lo real, a través del movimiento; fue la primera danza.

Más que una maestra Silvia es para mí una persona que me acompaña en mi camino de danza llevado a la vida, en mi compromiso como bailarina y en mi reflexión artística, además de la parte humana, de todo el cariño que le tengo, desde estos más de veinte años que la conozco.

Je me rends compte à quel point Silvia a et a eu de l'importance dans mon parcours, aussi bien de danse que de vie et qu'elle est présente dans mon coeur. Même depuis Séville je lui parle des fois en silence, quand j'ai des questions, des doutes ou sentiments forts dans ma danse, dans mon engagement personnel et artistique, et d'une façon spontanée et naturelle, en plus de nos échanges de mails.

En estos días, hoy, estoy en Ginebra para verte, proponerte dirigir mi próxima creación como te lo comenté por correo. También para recoger tu testimonio de bailarina-coreógrafa, reflexiones sobre el lenguaje del cuerpo y de las palabras, con destino a su inscripción en mi trabajo de memoria universitaria. Te llamo cuando llegue y nos vemos, –así lo habíamos hablado.
Esta mañana no te pude llamar, era lo único que tenía todavía pendiente y me dije que lo haría al día siguiente. Hoy te iba a dejar un mensaje, para fijar la hora y el lugar de la cita dónde íbamos a inventar nuevos movimientos en devenir. Hoy me entero de que diez días después sólo puedes mover un poco el brazo izquierdo, de que abres por fin los ojos tras varios días en coma pero no puedes hablar todavía -insisto en el todavía- aunque pareces tratar de hacerlo.
Primero me dijeron que llevabas diez días en coma, y no sabía de qué lado de la frontera, del espejo, te encontrabas. Me alivió saberte consciente aunque me parece terrible la paradoja de una bailarina encerrada en su cuerpo inmóvil, y tan fuera de contexto mi tema de memoria. El lenguaje del cuerpo a la palabra; mueves bastante el brazo izquierdo, no puedes hablar todavía aunque pareces tratar de hacerlo. Esta noche vuelvo al bosque como enanita que ya no soy pero sigo siendo ante los enigmas de la vida. Cojo flores para ti, violetas como el recuerdo que tengo de mi primera improvisación bajo tu mirada. Te las regalo con la luz de mi corazón.


El año pasado tras asistir a mi última creación en el Théâtre de l'Alhambra, me regalaste un dibujo con esta frase: “la vida es lo que uno hace con ella y tú has hecho una perla". Luego me señalaste todos los fallos del espectáculo, y llevabas razón, demasiados había a pesar de buenos elementos como decías, y "la mayonnaise n'avait pas monté”. ¿Por qué? El porqué era la pregunta, mi investigación pendiente para seguir avanzando.
Hoy me pregunto por qué justo hoy, cuando por fin había llegado la hora de escucharte, hablo yo mientras tu cuerpo no te deja hacerlo. Te derrumbaste bailando en el escenario de un teatro en plena representación. Rupture d'anévrisme. Pero aquí estás. Has cruzado tantas fronteras en tu vida, de Argentina a Suiza, escapando de la dictadura que enfrentaste. Sé muy poco de ti me doy cuenta, por mucho que siento conocerte en mi corazón. Todavía tienes mucho que enseñarme, que contarme, contarnos en tu danza, en tus palabras. Tenía ya comprado el material para grabarte, y estaba buscando a alguien para filmar la entrevista en la idea de colgarla en mi página web, según lo que te parezca. También tenía redactado la sinopsis de mi próxima creación y te iba a proponer trabajar juntas, con un bailarín ya dispuesto a viajar a Ginebra conmigo este verano para ensayar contigo tras nuestro primer montaje. Y sobre todo te iba a dar un gran abrazo. 
En silencio me sigues enseñando mucho y espero que te llegue mi abrazo. Esta noche toqué el piano para ti, para enviarte luz en música. Esta noche seguí hablándote y mañana iré a ensayar. Cuántas veces pensé en ti al buscar ánimo para seguir caminando en la cuerda de bailarina-funánbula y de bailaora, desde mi disciplina que por distinta de la tuya sigue siendo danza y una vivencia hermana.
Mañana bailaré, porque es mi única manera de seguir creyendo. Mañana bailaré contigo.