14/2/11

Extraña simetría

Al contar sobre mis dedos las sílabas de poemas que estoy traduciendo para mi próxima creación, noto que me cuesta visualizar cómo llega el número doce al dedo índice, cuando escando un alejandrino francés sobre una mano. Como si hubiera tenido que tocarle al dedo auricular llevar la última sílaba del verso, siendo ese dedo el último de mi mano, partiendo del pulgar. Siento más cómodo en mi piel el endecasílabo castellano, o los versos impares. Me parece lejana de la estructura del cuerpo la búsqueda de bipartición, la clásica cesura al hemistiquio: tengo cinco dedos impares. Pero de pronto miro mis manos; dos; mis piernas; dos; me mareo al reparar que veo con un par de ojos. Los dedos de mis manos se reflejan, su imagen rima en simetría y se burla de mí. Somos doble en uno. Con mis dos manos de cinco dedos ya tengo un decasílabo rimado en cada uña.

Al sumar sílabas y encontrar el seis con seis en un lugar asimétrico de mi mano, me doy cuenta de que hoy se celebra arbitrariamente el día de los enamorados; ¿tendrán algo que ver mis preocupaciones sobre la simetría, y mi anhelo de asimetría?

Del dos pretendemos llegar al uno. 
Eso quizás sería el amor?

6/2/11

La poética de las lágrimas y de los mocos

No conozco todos los mecanismos fisiológicos del cuerpo humano, solo observo cómo salen, corren y brotan las experiencias del cuerpo líquido. La danza busca fluidez, el llanto la colapsa, pero ambos están hechos de agua. Una brecha divide materia sólida, mientras que el desgarro nos convierte en fuente.

Depongo mi piel de anfibia, no me quedo en el charco y salgo a la calle. Con mi mochila en el hombro, voy a ensayar, ¿y qué ensayar?, ¿la vida que me convierte en agua?, ¿el llanto que me colapsa?, ¿serán vanos esfuerzos fabular movimientos, nadar pisando la tierra, bailar? Algunos seres somos así, intentamos recrear bajo otras formas y dibujos lo que ya está aquí. «Todo es un mismo lugar