27/12/10

Mar

Cuando me sumerjo en el agua me siento regresar allí de donde vengo, detrás del útero, más allá todavía: volver a la condición de pez. Hoy soy anfibia, como se dice de los que han vivido en el agua cuando jóvenes y en tierra cuando adultos, perdiendo sus branquias por adquirir pulmones.
Cuando entro en el agua mi pecho se ensancha, mis ojos parecen ver en la oscuridad y mi piel respira. Las branquias no están lejos, no tanto como parece, y el océano me abraza.



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